Bernard Williams… concluyó un largo ataque al utilitarismo con la siguiente observación: ‘No puede estar muy lejos el día en que no oigamos hablar más de esta teoría.’ Han pasado más de cuarenta años desde que Williams hizo ese comentario, pero seguimos oyendo hablar mucho del utilitarismo. Katarzyna de Lazari-Radek & Peter Singer1
El utilitarismo es una teoría moral muy controvertida. Los críticos han planteado muchas objeciones en su contra, y sus defensores han respondido con intentos de desarticularlas.
Aunque nuestra presentación se centra en el utilitarismo, vale la pena señalar que muchas de las objeciones que se exponen a continuación también podrían utilizarse para cuestionar otras formas de consecuencialismo (del mismo modo que muchos de los argumentos a favor del utilitarismo también se aplican a estos puntos de vista relacionados). Este capítulo explora las objeciones al utilitarismo y puntos de vista estrechamente relacionados en contraposición a los enfoques no consecuencialistas de la ética.
Formas generales de responder a las objeciones al utilitarismo
Muchas objeciones se basan en la idea de que el utilitarismo tiene implicaciones contraintuitivas. Podemos ver estas implicaciones considerando ejemplos concretos o experimentos mentales. Por ejemplo, en nuestro artículo sobre la objeción de los derechos, consideramos el caso del trasplante:
Trasplante: imaginemos un escenario hipotético en el que hay cinco pacientes, cada uno de los cuales morirá pronto a menos que reciba un órgano de trasplante apropiado: un corazón, dos riñones, un hígado y pulmones. Un paciente sano, Chuck, acude al hospital para una revisión de rutina y el médico descubre que Chuck es un donante perfecto para los cinco pacientes. ¿Debe el médico matar a Chuck y utilizar sus órganos para salvar a los otros cinco?
A primera vista, parece que el utilitarismo tiene que responder afirmativamente a la pregunta. Es mejor que sobrevivan cinco personas a que lo haga una sola. Pero matar a Chuck les parece a muchos moralmente monstruoso. Esta aparente implicación del utilitarismo se toma como un argumento en contra de que sea la teoría moral correcta.
Los defensores del utilitarismo pueden responder a sus aparentes implicaciones contraintuitivas de cuatro formas generales.
En primer lugar, pueden acomodar la intuición que parece entrar en conflicto con el utilitarismo argumentando que una aplicación sofisticada de los principios utilitaristas evita la implicación contraintuitiva. Para promover con mayor fiabilidad los buenos resultados, los utilitaristas sofisticados reconocen sus limitaciones cognitivas y actúan de acuerdo con heurísticas y normas de sentido común, salvo en circunstancias excepcionales. En la medida en que un objetor se limite a afirmar que debemos aceptar o rechazar ciertas normas en la práctica, los utilitaristas pueden a menudo estar de acuerdo.
En segundo lugar, los utilitaristas pueden intentar desacreditar la intuición moral evocada por un caso particular sugiriendo que es el resultado de un proceso poco fiable.2 Si un argumento genealógico tiene éxito, la intuición moral en cuestión no debería tener mucho peso en nuestro razonamiento moral.
En tercer lugar, los defensores del utilitarismo pueden atacar las alternativas disponibles —como las teorías deontológicas o de la ética de la virtud— para mostrar que tienen implicaciones no menos contraintuitivas que las del utilitarismo.
Una cuarta estrategia es tolerar la intuición, lo que en inglés a veces se llama “morder la bala” [to bite the bullet]. Se trata de aceptar que el utilitarismo tiene implicaciones contraintuitivas, sin por ello abandonar la teoría porque, considerándolo todo, sigue siendo más plausible que sus rivales. Los costos de aceptar una implicación contraintuitiva, se argumenta, pueden ser contrarrestados por la fuerza de los argumentos a favor del utilitarismo. Además, nuestras intuiciones son a menudo incoherentes y están sujetas a cambios a lo largo del tiempo, lo que hace imposible encontrar principios coherentes y plausibles que las reflejen todas. Así pues, se requiere buen juicio para determinar qué intuiciones y compromisos teóricos no son negociables y cuáles deberíamos estar dispuestos a abandonar en busca de un “equilibrio reflexivo”, o la combinación global más plausible y coherente de veredictos y principios morales.
La caja de herramientas del utilitarista
Hay otras ideas a las que los utilitaristas pueden recurrir para desarrollar las estrategias generales recién mencionadas.
Mantener a raya los casos hipotéticos.3 La distinción entre el criterio de corrección del utilitarismo y su procedimiento de decisión recomendado es crucial para los intentos utilitaristas de acomodar las intuiciones comunes. Dado que la “correción moral” no es el concepto central de la teoría utilitarista, puede tener más sentido interpretar las intuiciones comunes sobre “lo correcto” y “lo incorrecto” como una cuestión de qué normas deberíamos aprobar en la práctica (en cuanto agentes falibles), en lugar de qué es lo que idealmente deberíamos hacer en principio (si fuéramos omniscientes). De estar justificada, esta estrategia interpretativa puede reducir drásticamente el aparente conflicto entre el utilitarismo y las intuiciones morales de sentido común.
Acomodar las intuiciones cercanas. En términos más generales, los utilitaristas pueden tratar de reducir el conflicto aparente con el sentido común identificando las intuiciones cercanas que pueden acomodar. Por ejemplo, si los críticos afirman que una acción específica que maximiza el bienestar es intuitivamente incorrecta, los utilitaristas pueden argumentar que es más plausible considerar que nuestra intuición en este caso está respondiendo a una de las siguientes características:
- que sería bueno inculcar normas prácticas contra acciones de ese tipo;
- que una persona dispuesta a realizar una acción de ese tipo probablemente tendría mal carácter, y probablemente causaría mayores daños en otras ocasiones;
- que la acción es imprudente, o probablemente equivocada en términos esperados, incluso si en los hechos produce el mejor resultado.4
Engullir valores rivales. Los críticos a veces alegan que los utilitaristas no valoran cosas obviamente buenas como los derechos, la libertad, la virtud, la igualdad y el entorno natural. Pero si bien estas cosas pueden ser obviamente buenas, no es tan obvio que todas ellas sean buenas de manera no instrumental. Y los utilitaristas pueden ciertamente valorarlas instrumentalmente. Además, los utilitaristas que aceptan una teoría de la lista objetiva del bienestar pueden incluso dar una consideración no instrumental a algunos bienes (como la libertad y la belleza) que podrían considerarse bienes de bienestar cuando forman parte de la vida de una persona.
Meter a la gente en maletas. Las teorías morales rivales pueden verse debilitadas por la apelación al velo de la ignorancia, y a la idea relacionada de Pareto ex ante, o lo que a todos les convendría acordar de antemano (antes de conocer su posición particular en la vida). Nuestra reticencia intuitiva a aceptar la mejor política general puede entonces empezar a parecer sesgada. Para que la idea resulte más clara, cuando nos enfrentemos a disyuntivas difíciles entre intereses contrapuestos, imaginemos que metemos a cada persona afectada en una maleta distinta y les asignamos sus posiciones al azar.5 Todas apoyarían racionalmente la acción recomendada por el utilitarismo.
El dilema del pluralista (entre extremismo y arbitrariedad). Si se sostiene que hay razones morales no utilitaristas (por ejemplo, restricciones deónticas) que a veces pesan más que las razones utilitaristas, surgen cuestiones delicadas sobre cómo se comparan los dos tipos de razones. Si la razón no utilitarista siempre triunfa, por elevado que sea el costo para el bienestar general, la heurística parece extrema en un grado inverosímil. Pero la alternativa pluralista “moderada” corre el riesgo de ser arbitraria, ya que carece de una explicación clara de dónde trazar la línea, o de cuánto peso dar a las razones no utilitaristas en relación con las utilitaristas.6
Hacer sonar los tambores de guerra. Vivimos en un mundo moralmente inusual. En situaciones de emergencia en las que hay mucho en juego, como luchar en una guerra justa, muchas actividades que de otro modo parecerían estar por encima y más allá de la llamada del deber, o incluso ser moralmente incorrectas, pueden ser moralmente obligatorias, como arriesgar la vida, imponer cargas a los seres queridos y abandonarlos durante años, o matar a combatientes enemigos. Pero, de hecho, nuestras “circunstancias ordinarias” implican cantidades horribles de sufrimiento evitable, donde hay tanto en juego como en cualquier guerra. Los veredictos utilitaristas pueden reforzarse señalando que gran parte de la vida sintiente está (metafóricamente) en estado de sitio y que, en consecuencia, puede ser necesario cierto heroísmo moral para arreglar las cosas.7
Trazar distinciones ganadoras. Diferentes versiones del utilitarismo pueden ser más o menos vulnerables a diferentes objeciones. Por ejemplo, una versión de la teoría que combine elementos del utilitarismo escalar, de expectativas e híbrido podría estar mejor equipada para mitigar las preocupaciones sobre la exigencia, la incertidumbre radical y las motivaciones dignas de elogio. Las objeciones al utilitarismo específicamente hedonista (como las objeciones de la máquina de experiencias y de los placeres malvados) no se aplican a los utilitaristas que aceptan una teoría del bienestar diferente.
No obstante las etiquetas un poco absurdas, se trata de estrategias filosóficas serias. Empleamos cada una de ellas, cuando corresponde, para responder a las objeciones específicas que se enumeran a continuación. (Recomendamos a los estudiantes que, al leer una objeción, anticipen cómo aplicar el conjunto de herramientas del utilitarista para responder a ella.)
Objeciones específicas al utilitarismo
En artículos separados, discutimos las siguientes críticas al utilitarismo:
La objeción de los derechos
A muchos les parece objetable que el utilitarismo autorice, aparentemente, violaciones flagrantes de derechos en ciertos escenarios hipotéticos, en los que se sacrifica a inocentes en aras del bien mayor. Este artículo explora las mejores maneras en que los utilitaristas podrían responder a esta objeción.
La objeción de los meros medios
Los críticos a menudo alegan que el utilitarismo instrumentaliza a la gente de forma objetable: nos trata como meros medios para un bien mayor, en lugar de valorar adecuadamente a las personas como fines en sí mismas. En este artículo, evaluamos si se trata de una objeción razonable.
La objeción de la separación de las personas
La idea de que el utilitarismo ignora la 'separación de las personas' ha probado ser una objeción ampliamente influyente. Pero es una objeción difícil de precisar. Este artículo explora tres posibles interpretaciones de la objeción, y cómo los utilitaristas podrían responder a cada una de ellas.
La objeción de la exigencia
Al ordenarnos elegir imparcialmente el mejor resultado, incluso a un costo significativo para nosotros, el utilitarismo puede parecer una teoría increíblemente exigente. Esta página explora si esta característica del utilitarismo es objetable y, de ser así, cómo podrían responder mejor los defensores de esta teoría.
La objeción de la alienación
Las teorías morales abstractas amenazan con alienarnos de mucho de lo que valoramos. Este artículo explora dos posibles defensas del utilitarismo contra esta acusación. Una recomienda adoptar motivaciones distintas de las explícitamente utilitaristas. La otra argumenta que las preocupaciones adecuadamente concretas pueden subsumirse en motivaciones utilitaristas más generales.
La objeción de las obligaciones especiales
Relaciones como la paternidad o la tutela aparentemente dan lugar a obligaciones especiales de proteger a quienes caen bajo nuestro cuidado (siendo estas obligaciones más estrictas que nuestros deberes generales de beneficencia hacia los extraños). Este artículo explora hasta qué punto el utilitarismo imparcial puede dar cabida a intuiciones y prácticas normativas de parcialidad.
La objeción de la igualdad
El utilitarismo se preocupa por el bienestar general de las personas en la población, pero muchos objetan que la justicia requiere una preocupación adicional por la forma en que este bienestar se distribuye entre las personas. Este artículo examina esta objeción y cuáles son las mejores respuestas que los utilitaristas podrían ofrecer.
La objeción de la incertidumbre radical
¿Se ve socavado el utilitarismo por nuestra incapacidad para predecir las consecuencias a largo plazo de nuestras acciones? Este artículo explora si los utilitaristas pueden seguir guiándose por el valor esperado a corto plazo incluso cuando es pequeño en comparación con el valor o disvalor potencial de las consecuencias a largo plazo desconocidas.
La objeción de la abusabilidad
Algunas personas argumentan que el utilitarismo recomienda su propia desaparición, es decir, desaconseja que se lo acepte, debido al riesgo de que las apelaciones erróneas al 'bien mayor' en la practica conduzcan a que se realicen acciones terriblemente nocivas. Este artículo explora la mejor manera de protegerse contra tales riesgos, y cuestiona si es una objeción a una teoría la posibilidad de que cause su propia desaparición.
Cómo citar esta página
Recursos y más información
- Utilitarianism: A Very Short Introduction. Oxford: Oxford University Press. cap. 4: Objections. Katarzyna Lazari-Radek & Peter Singer (2017).
- Utilitarianism: For and Against. Cambridge: Cambridge University Press. J. J. C. Smart & Bernard Williams (1973).
Utilitarianism: A Very Short Introduction. Oxford: Oxford University Press. , prólogo. ↩︎
Katarzyna Lazari-Radek & Peter Singer (2017).Para una discusión de los argumentos genealógicos evolutivos, véase Why Health Is Not Special: Errors in Evolved Bioethics Intuitions Social Philosophy and Policy, 19(2). 153–179. Véase también la discusión en nuestro capítulo sobre los argumentos a favor del utilitarismo. ↩︎
Robin Hanson (2002).Los expertos en salud pública recomiendan mantener en todo momento una distancia social de dos metros o más de los casos hipotéticos ridículos, con el objeto de impedir que infecten la comprensión del lector de lo que el utilitarismo realmente exige en la práctica. Si es necesario un contacto más estrecho, protéjase usted y a los demás leyendo primero el argumento utilitarista a favor del respeto de las normas de sentido común, explicado en el capítulo 6. ↩︎
Como se explica con más detalle en nuestro artículo sobre la objeción de los derechos, los “contraejemplos” estándar al utilitarismo nos invitan a imaginar que una clase de acción que suele ser desastrosa (como matar a una persona inocente) produce, en este caso especial, el mejor resultado. Pero el agente en el caso imaginado generalmente no tiene buenas razones para desestimar el riesgo típico de desastre. Por lo tanto, sería inaceptablemente arriesgado para él realizar la acción que suele ser desastrosa. Maximizamos el valor esperado evitando esos riesgos. A efectos prácticos, el utilitarismo recomienda que nos abstengamos de comportamientos que vulneren los derechos. Esto constituye una defensa generalizable del utilitarismo contra una amplia gama de supuestos contraejemplos. ↩︎
Should We Wish Well to All? The Philosophical Review, 125(4). 451–472.pp. 454–455. Véase también la discusión en nuestro capítulo sobre los argumentos a favor del utilitarismo. ↩︎
Caspar Hare (2016).Por el contrario, el utilitarismo ofrece una explicación clara y fundamentada de (por ejemplo) cuándo es razonable transgredir las restricciones, es decir, sólo cuando hacerlo sea realmente la mejor manera de contribuir al bienestar general. Lo mismo ocurre con otras cuestiones, como cuándo merece la pena dañar el medio ambiente, cómo sopesar los daños leves para muchos frente a los graves para unos pocos, etcétera. Eso no quiere decir que siempre sea fácil decir qué es lo que recomienda el utilitarismo en situaciones de la vida real, ya que puede ser difícil predecir los resultados futuros. Pero al menos está claro en principio cómo se contraponen las distintas consideraciones, mientras que otras teorías a menudo no ofrecen ni siquiera esta claridad. ↩︎
Por supuesto, eso no quiere decir que haya que realizar las mismas acciones concretas. Adoptar una postura “bélica” fuera de la guerra podría resultar contraproducente. La cuestión es que lo que está en juego es lo suficientemente importante como para que no debamos esperar que un consejo verdaderamente moral, en nuestras circunstancias, sea reconfortante. ↩︎